La fuente de cemento y barro cocido sobre alambrón, decorada con caracoles como representación del hombre (en jeroglíficos nativos) que declaraban su naturaleza artesanal, así como las tres mujeres encarnando a agraciadas princesas indígenas: Atzimba, Eréndira y Tzetzangari, lograron ganarse a la gente con su gran simbolismo.
Esta polémica construcción no fue del agrado de los ciudadanos, quienes se oponían a la imagen de damas desnudas, no obstante, con el tiempo, comenzaron a reconocerla y a vanagloriarse de tal belleza.
Actualmente “Las Tarascas” son muestra de la singularidad femenina Purhépecha y pesar de sus diversas leyendas son un ícono de nuestra ciudad, que día a día se convierten en el fondo principal de múltiples fotografías de visitantes extranjeros y nacionales, sirviendo también como compañía de las fotos de los recién graduados, consolidándose así como uno de los monumentos más enriquecidos de sabiduría y tradición que integran la riqueza cultural de nuestra hermosa ciudad de Morelia.
El
acueducto de Morelia es uno de los acueductos más bellos e importantes de
México localizado en la ciudad de Morelia, Michoacán. Levantado durante el
periodo colonial, a lo largo de su historia sufrió de numerosas remodelaciones
y construcciones. Esta es quizá la construcción civil más importante de la
ciudad.
El primer
acueducto que tuvo la entonces ciudad vallesoletana se levantó poco tiempo
después de haberse fundado la misma, por el año de 1549. Se encontraba tal
estructura levantada por horcones o terraplenes sobre los que se colocaban o
apoyaban las "canoas" de madera (troncos grandes y largos, tallados
en su centro en forma de una canoa alargada, de ahí el nombre) unidas por
clavos o cuñas de tejamanil, para que el líquido llegara a la ciudad desde la
zona Oriente de ésta. La obra desde su comienzo tuvo problemas continuos ya
que, debido a su rudimentaria elaboración algunas de las partes tenían que ser
reparadas y reemplazadas de forma constante. Otra estructura levantada a
finales del siglo XVI, de cal y canto, sustituyó en gran parte a la anterior.
La forma y
obra actual del acueducto que ha llegado hasta nuestros días, se levantó entre
los años de 1728 y 1730 del siglo XVIII (aunque parte del trayecto seguía
conformado por el anterior acueducto aún después de las fechas indicadas), y
aún después de terminado se conoce que una parte del mismo se deterioró y
sufrió del derrumbe de algunos de los arcos, siendo éstos reconstruidos en gran
parte de su trayecto en el año de 1785 del mismo siglo.
Toda la
obra fue levantada bajo el mando del obispo Antonio de San Miguel, mediante un
edicto promulgado el 21 de octubre de ese mismo año. Esta obra tendría como uno
de los principales objetivos el de proporcionar trabajo entre los habitantes y
el de llevar el agua a la ciudad, a fin de acabar con el problema de su
desabasto entre la población.
El
acueducto se conforma por 253 arcos de medio punto que alcanzan su máxima
altura de 9.24 metros, cercano a la zona del Jardín Villalongín. Posé 2 cajas
de agua, una al inicio, y la otra aproximadamente a 700 metros de la primera.
La longitud que tiene es de más de 1,700 metros. El acueducto llevaba el agua
hasta el entonces límite de la ciudad, de donde la repartía a través de una
tubería subterránea de barro a las fuentes, conventos y casas particulares.
Su uso vio
fin en los albores del siglo XX, por el año de 1910. Se restauró en el año de
1998, como una de las muestras de la hermosa arquitectura de la ciudad.