viernes, 12 de octubre de 2012

Morelia

La fuente de las Tarascas fue edificada en el año de 1937, con la finalidad de simpatizar con el entonces Presidente de México Gral. Lázaro Cárdenas Del Río, quien tenía una residencia en donde hoy conocemos como el instituto Michoacano de la Juventud y, al ser colocadas a un costado de su casa, se convirtieron en un seductor regalo, el cual cumplía con su fascinación por la cultura indígena y las mujeres.
La fuente de cemento y barro cocido sobre alambrón, decorada con caracoles como representación del hombre (en jeroglíficos nativos) que declaraban su naturaleza artesanal, así como las tres mujeres encarnando a agraciadas princesas indígenas: Atzimba, Eréndira y Tzetzangari, lograron ganarse a la gente con su gran simbolismo. 
Esta polémica construcción no fue del agrado de los ciudadanos, quienes se oponían a la imagen de damas desnudas, no obstante, con el tiempo, comenzaron a reconocerla y a vanagloriarse de tal belleza. 
Actualmente “Las Tarascas” son muestra de la singularidad femenina Purhépecha y pesar de sus diversas leyendas son un ícono de nuestra ciudad, que día a día se convierten en el fondo principal de múltiples fotografías de visitantes extranjeros y nacionales, sirviendo también como compañía de las fotos de los recién graduados, consolidándose así como uno de los monumentos más enriquecidos de sabiduría y tradición que integran la riqueza cultural de nuestra hermosa ciudad de Morelia.

El acueducto de Morelia es uno de los acueductos más bellos e importantes de México localizado en la ciudad de Morelia, Michoacán. Levantado durante el periodo colonial, a lo largo de su historia sufrió de numerosas remodelaciones y construcciones. Esta es quizá la construcción civil más importante de la ciudad.
El primer acueducto que tuvo la entonces ciudad vallesoletana se levantó poco tiempo después de haberse fundado la misma, por el año de 1549. Se encontraba tal estructura levantada por horcones o terraplenes sobre los que se colocaban o apoyaban las "canoas" de madera (troncos grandes y largos, tallados en su centro en forma de una canoa alargada, de ahí el nombre) unidas por clavos o cuñas de tejamanil, para que el líquido llegara a la ciudad desde la zona Oriente de ésta. La obra desde su comienzo tuvo problemas continuos ya que, debido a su rudimentaria elaboración algunas de las partes tenían que ser reparadas y reemplazadas de forma constante. Otra estructura levantada a finales del siglo XVI, de cal y canto, sustituyó en gran parte a la anterior.
La forma y obra actual del acueducto que ha llegado hasta nuestros días, se levantó entre los años de 1728 y 1730 del siglo XVIII (aunque parte del trayecto seguía conformado por el anterior acueducto aún después de las fechas indicadas), y aún después de terminado se conoce que una parte del mismo se deterioró y sufrió del derrumbe de algunos de los arcos, siendo éstos reconstruidos en gran parte de su trayecto en el año de 1785 del mismo siglo.
Toda la obra fue levantada bajo el mando del obispo Antonio de San Miguel, mediante un edicto promulgado el 21 de octubre de ese mismo año. Esta obra tendría como uno de los principales objetivos el de proporcionar trabajo entre los habitantes y el de llevar el agua a la ciudad, a fin de acabar con el problema de su desabasto entre la población.
El acueducto se conforma por 253 arcos de medio punto que alcanzan su máxima altura de 9.24 metros, cercano a la zona del Jardín Villalongín. Posé 2 cajas de agua, una al inicio, y la otra aproximadamente a 700 metros de la primera. La longitud que tiene es de más de 1,700 metros. El acueducto llevaba el agua hasta el entonces límite de la ciudad, de donde la repartía a través de una tubería subterránea de barro a las fuentes, conventos y casas particulares.
Su uso vio fin en los albores del siglo XX, por el año de 1910. Se restauró en el año de 1998, como una de las muestras de la hermosa arquitectura de la ciudad.





Mi Familia

Eramos 5 en mi familia, recuerdo un viaje que fuimos a un parque de diversiones, estabamos muy felices y nos divertimos juntos. Recuerdo las grandes emociones que teniamos en los juegos yo tenia 9 años, fue mi primera vez que me subí a los juegos extremos.
Al principio me dio miedo, pero me aguante las ganas de salir corriendo y me subir, arriba del juego estaba muy nervioso, no sabia que hacer hasta que derrepente vi una subida enorme, yo estaba con mi papa, llegamos a la cima del juego y cuando vi la bajada me dio mucho miedo hasta que en termino el juego me encanto y me volví a subir.
Desde ahi me empezaron a gustar los juegos mecanicos y ahi perdi el miedo en los juegos mecanicos.